viernes, 21 de septiembre de 2012


¿ ALGUIEN HA VISTO UN JUEZ POR AHI? 


Al estigma que más le temen la mayoría de los políticos argentinos es el de ser catalogado de derecha. 

En este país y en buena parte del mundo ser corrupto, autoritario, tránsfuga, prevaricador e incluso genocida es menos grave si, también, se es de izquierda. 

A excepción de cuando le tocan las alforjas nadie, pública o privadamente, se reivindica derechista y defensor de la propiedad privada. 

No son pocos, en cambio, los que con aires de superioridad moral expresan su filiación de izquierda. Para la actual justicia argentina, también, ser de izquierda es mejor que ser de derecha. 

Ello se hace evidente en el hecho de que un militar que combatió a la subversión o un civil que prestó su apoyo es pasible de ser acusado y condenado por crímenes de lesa humanidad. 

Por el contrario, un guerrillero que cometió crímenes en su intento de derrocar el gobierno constitucional es considerado una víctima o, a lo sumo, alguien que ha cometido un delito menor. Así, por ejemplo, el Dr. Juan Alemán, por no haber denunciado la existencia del centro de detención clandestino de la ESMA, está siendo juzgado como criminal de lesa humanidad. 

Por el contrario, los señores Vertbisky, Firmenich y otros cinco montoneros, acusados de colocar la bomba que asesinó a veintitrés personas y dejo heridas a otras cincuenta, han sido sobreseídos definitivamente por los jueces argentinos (el atentado fue asumido como propio en la revista de la banda) 

¿Qué delito es más grave para la justicia? 

¿Asesinar tirando bombas en comedores públicos o no denunciar centros clandestinos de detención y aniquilación de personas? 

Si es lo segundo, muchos montoneros y erpianos (detenidos y liberados por la dictadura) que conocían dichos centros y no hicieron la denuncia tendrían que estar sentados al lado de Aleman el excanciller y funcionario kirchnerista, Rafael Bielsa, entre otros 

¿Porqué para los jueces, los señores Aleman, Blaquier y Levin que no son responsables de homicidios pueden ir presos y los que asesinaron no? 

Se deberá entonces a que unos son de derecha y los señores, Vertbisky y Firmenich y demás, de izquierda? 

Si esta es la razón de la sinrazón; entonces, lo que hacen los señores jueces en su función es un escándalo que no tiene nada de republicano y si mucho de mamarracho totalitario.


La derecha como tal, no existe. 
Es un invento de la izquierda que, con el objeto de ocultar sus crímenes y atropellos, postulan la existencia de un demonio que está al acecho. 
El nazismo, por ejemplo. Mas, este fue la dictadura más parecida a la comunista. 
Tan genocida una como la otra.
Para la izquierda argentina Mauricio Macri, Domingo Cavallo, los productores de soja, los miembros de la Sociedad Rural o los periodistas de Clarín son la derecha. 
Los neoliberales a los que hay que temer y odiar. 
Pero no sólo a la izquierda, esta tara afecta a casi todo el arco político. 
Es un hecho, la izquierda sigue triunfando la batalla de las ideas y, por ende, se cree con autoridad moral para “juzgar” y condenar a lo que se le resiste: la derecha. 
El liberalismo es una palabra maldita para el totalitarismo de cualquier signo. 
Mientras no lo advirtamos estamos condenados a convivir con él. 
MAURICIO ORTIN

sábado, 1 de septiembre de 2012


BALEADO EN NOMBRE DE LOS DERECHOS HUMANOS


Las teorías más elaboradas de la comunicación señalan que el verdadero poder de los mass media está vinculado a su capacidad de imponer casos y temáticas a discutir en la sociedad.

En efecto, aquello que llaman “agenda pública” −lo que a diario nos ocupa, preocupa y por lo tanto debatimos− deriva en la mayoría de las veces de la labor informativa de los medios de comunicación social.

Pero va de suyo que existen temas y temas. 

Algunos de ellos son fáciles de abordar e, incluso, resultan políticamente rentables, mientras que otros exigen “meterse en el lodo” de lo políticamente incorrecto y aventurarse a poner de manifiesto molestas contradicciones en narrativas y relatos que la sociedad ha gustosamente comprado.

Un claro ejemplo de esto último lo constituye el poco cubierto caso de Luis Raúl Ponce, un ex comisario bonaerense que hace pocos días fue baleado por personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), al ser insólitamente confundido con César Heriberto Peralta, buscado por la Justicia Federal de Santa Fe por causas relacionadas a los años `70.

Ponce se dirigía hacia Bariloche en un Duna Weekend junto a su mujer, cuando resultó interceptado en Dina Huapi por personal de la PSA. 

Según relato de su esposa, el hombre estuvo cerca de una hora pidiendo explicaciones de las causas de su detención y resolvió finalmente darse a la fuga.

 Allí se inició una espectacular persecución por la ruta provincial 63 que finalizó con las gomas del Duna reventadas a balazos, y con Ponce corriendo por un descampado hasta que tres balas impactaron en su cuerpo tumbándolo al suelo.

No llevó mucho tiempo darse cuenta de que Ponce no era Peralta y que aquél, si bien comprometido con la justicia por una causa de otra naturaleza, nada tenía que ver con los años `70. 

No era el hombre que buscaba la endeble estructura investigativa de la PSA; no era aquel hombre por el que se ofrecían los $100.000 que llevaron al vecino de Ponce a brindar información incorrecta a la justicia.

La esposa del falso Peralta es abogada, y aseguró que realizará una denuncia contra el jefe del operativo que hirió de fuego a su cónyuge. 

El comisario de la PSA al mando, en palabras de la mujer, “estaba sacado”, lo que coincidiría con la personalidad de Guillermo Frankenberger, quien fuera jefe de la Región V de la PSA (Patagónica) donde su carácter complicado lo habría enemistado con el Director de Seguridad Preventiva y con el Director del Centro de Análisis y Control, por lo que terminaría siendo relevado de esa jefatura y enviado a Buenos Aires. 

Luego de algún tiempo en la jefatura del aeropuerto de Ezeiza, y tras acumular denuncias del personal ante la Dirección de Control Policial, renovadas autoridades lo llevaron nuevamente a Bariloche.

Comoquiera que sea, lo cierto es que, contrario a todo protocolo de detención en una zona descampada y a los Estándares de Desempeño Policial en el Uso de la Fuerza, un hombre que no suponía un riesgo para terceros, que estaba desarmado y que ni siquiera tenía posibilidad exitosa de fuga, fue blanco de una balacera que, encima de todo, lo tenía por otra persona.

Menudo escándalo quedó, para sorpresa de muchos, bajo el silencio de quienes no se atreven a poner en discusión nada que sea capaz de ensuciar la intocable “causa de los derechos humanos”, que en esta oportunidad acabó con un hombre baleado.