jueves, 21 de febrero de 2013


LOS DERECHOS HUMANOS: LA BURDA MENTIRA


Estos tiempos que discurren, son los de las contradicciones argentinas. 

Ya no se habla 
• de la pobreza,
• de la educación,
• del hambre,
• del respeto,
• de cómo resolver estas y otras serias cuestiones del país y de la gente.
 

Hoy, se habla, mucho más de lo debido, con la ligereza misma de aquello que no se conoce en profundidad, de los derechos humanos. 

Todo el mundo habla de los derechos humanos. 

Los que saben y los que no saben. 

Los que realmente saben de qué se trata y los que no tienen la más mínima idea de nada. 

Los Derechos Humanos se han convertido en el caballito de batalla de periodistas, de politólogos, de los punteros políticos, de vivos y de vividores. 

Hablar de los derechos humanos es fácil. 

Les sirve a los gobiernos para atacar a los vecinos indeseables. 

Le sirve a los gobernantes que usan a los ingenuos para hacerles creer que piensan, se ocupan y se preocupan de la gente que necesita. 

Les sirve a los políticos para impedir el ascenso de los opositores. 

Y le sirve también, a los gobernantes, para esconder los métodos con los cuales matan de hambre a la gente y la defraudan. 

Lo bueno sería hacer un alto en tanta locura junta, y ponernos a analizar, desmenuzar y comprender de qué se habla cuando nos referimos a los derechos humanos. 

En primer lugar aplicamos los “derechos humanos” a todo ser humano, por el sólo hecho de serlo y de haber nacido. Todos los hombres son libres desde el momento de su gestación. Nadie puede cercenarle la libertad sin quebrar este derecho. 

Por lo tanto, el primer derecho humano que se debe respetar es el de la vida y el de la libertad. 

Se debe respetar la libertad del individuo independientemente de su sexo y su orientación sexual, nacionalidad, etnia y capacidades psíquicas y físicas, y respetemos el derecho a la vida, a la integridad personal, a la igualdad, al honor, a la vida privada, a la información, a los derechos políticos, al asilo por las razones que fuere, a la nacionalidad, a las migraciones y la extranjería, a los derechos económicos, sociales y culturales. 

Defendamos el derecho a trabajar, el derecho frente a los abusos de las Administraciones oficiales y privadas, defendamos al hombre ante la Justicia y defendamos a los pueblos que integran el conjunto de un país. 

Si estamos de acuerdo, estimado lector, preguntémonos si en la Argentina son respetados todos estos derechos. 

Resumiendo, “interpretamos por cultura de los derechos humanos –según leemos coincidiendo con los textos- las actitudes ético-políticas que se impulsan desde el Estado y la Sociedad para aplicar las tres generaciones de derechos humanos: la estabilización de la convivencia política, social y cultural entre los ciudadanos. 

Por derechos humanos de las culturas entendemos la defensa y aplicación de los derechos de los colectivos sociales diferenciados a preservar su identidad, autonomía y paz. Estos derechos se aplican a los pueblos indígenas, a las comunidades negras, a los ciudadanos de raza amarilla, a las poblaciones transeúntes y a los ciudadanos emigrantes. 

Claramente lo dice la Constitución Nacional cuando señala estos derechos en su preámbulo, que postula 


“Afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”. 

La cultura de los derechos es marcadamente regulatoria por su intencionalidad, los derechos humanos de las culturas son decididamente emancipatorios por su calidad diversa.” 

Por lo que vemos, -y los medios escritos y orales así lo testimonian- aquí no se respetan ninguno de los derechos promulgados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adaptada y proclamada por la Resolución de la Asamblea General 217 “A” del 10 de diciembre de 1948, ni siquiera los establecidos por nuestra Constitución Nacional. Son, en este contexto político, sólo una burda mentira. 

Si nos atenemos a este documento, en nuestro país, donde tanto se habla de defender los derechos humanos de los ciudadanos, donde tanto se critica a algunos países del mundo que tampoco la respetan, donde nos llenamos la boca invocando los acuerdos internacionales, los convenios multilaterales, los Derechos del Hombre y del ciudadano, etc. etc., pecamos de hipócritas ya que nuestros funcionarios nos dan el ejemplo al exponer a la nación a la constante violación de estos derechos que dice defender. 


El hipócrita es aquel que llega a creerse sus propias mentiras. 

Al quedar los Derechos Humanos en una simple enunciación, en una mera cuestión dialéctica, el país se transforma -por única responsabilidad de sus gobernantes- en hipócrita: se cree las mentiras que dice. 

Y puntualizamos: 

1) No tenemos seguridad interior, porque la inseguridad reina en todo el país y vive con absoluta libertad, los ciudadanos que trabajamos y hacemos el progreso del país con nuestros impuestos, vivimos tras las rejas -no siempre seguras- de nuestras casas. Suponemos que la señora presidenta no lo sabe. 


O será sólo una sensación de los argentinos que mueran en la calle obreros, empleados, jubilados, jóvenes, niños, mujeres embarazadas, agentes de policía. 

2) No tenemos un gobierno que propenda a nuestro bienestar, porque la inflación nos lleva, en pocos días, lo que nos cuesta ganar en todo un mes de trabajo. Seguro que la señora presidenta, no lo sabe porque no compra los productos comestibles que consume, ni paga el transporte público que utiliza para ir desde Olivos a la Casa de Gobierno, ni el avión que la lleva a veranear a El Kalafate, ni paga los servicios, etc., etc., etc. 

3) Además, con absoluto desempacho, permite que funcionarios como Guillermo Moreno sigan utilizando con total desenfado la prepotencia y el matonismo para imponer las teorías de Estado. 


Hemos visto azorados, las actitudes de este atrevido y desenfadado funcionario de Gobierno prepoteando a los empresarios de Papel Prensa y ofreciendo trompadas a las personas educadas que iban a participar de una reunión de Directorio. 

Tenemos vergüenza ajena que este sujeto siga siendo funcionario del desgobierno argentino. 

¿Sabrá este señor que los Derechos Humanos incluyen el respeto a la opinión ajena? 

4) Los derechos humanos, aplicados como dice hacerlo este lamentable gobierno argentino, no permitirían que gobernadores como Jorge Capitanich y Cristina Kirchner desde el Ministerio de Salud Social, dejen morir de hambre a muchos chicos del país, y nos quieran hacer creer que están invirtiendo mucho dinero en solucionar ese problema. 


Está claro que esto también es mentira y les sirve a los políticos para seguir caminando el país con plata de los que trabajamos para seguir haciendo política que es lo único que les interesa. 

Por eso no les importa cómo viven los chicos del Chaco, ni los de Salta, ni los de Catamarca, ni los de Tucumán, ni los de Jujuy, ni los de la Puna, ni los de las villas, ni de los chicos de todas las edades que caminan sin rumbo por las rutas del país. 


Ni los niños abandonados a las orillas de los ríos y de los arroyos, ni de los que son secuestrados y nunca más vuelven al seno de su hogar. 

Estos son los Derechos Humanos del Gobierno de Cristina Kirchner. 

5) También nos espantamos cuando nos enteramos -por los análisis de los periodistas que el desgobierno actual todavía no ha podido comprar-, que hay corrupción pública y al Poder no le importa, y tomamos conciencia que algunos gobernadores entregan a empresas multinacionales la riqueza argentina destruyendo el ecosistema. 


Es también atentar contra los Derechos Humanos permitir que se concreten grandes emprendimientos mineros como se hizo en San Juan, en Andalgalá y ahora en Famatina. 

Donde el gobernador de La Rioja Beder Herrera, que se esconde del pueblo que lo votó, no le da la cara, no habla con sus vecinos y siempre está ocupado “trabajando por su provincia” en Punta del Este o en Buenos Aires. 

Son cómplices de la barbarie contra los seres humanos y contra el medio ambiente, el Gobierno nacional por avalarlo y el Poder político local por aceptar -vaya uno a saber a cambio de qué- una vergonzosa propuesta que destruye una de las fuentes de agua más importantes del noroeste argentino y de los riojanos de aquellos lugares. 

La señora presidente, dice ocuparse del medio ambiente. 

Le sugerimos que si es así, se vaya a descansar al Kalafate. 

Esto también forma parte del marco ideológico de los Derechos Humanos. 
Respetuosamente le pedimos a la señora presidente, nos informe a los argentinos, dónde están los derechos humanos que tanto pregona, en la Argentina. 

Nosotros le contamos nuestra “sensación". 


Los Derechos Humanos, en la Argentina no existen.

Es sólo una burda mentira para engañar a los ciudadanos de adentro y de afuera. 


Es una mentira que le permite al país permanecer en el Mercosur, en el UNASUR y en el CELAC, junto a algunos países con el mismo criterio que el nuestro, donde se intenta cercenar la libertad de prensa, aniquilar a los medios independientes y llenar los pueblos y ciudades de radios de FM y pasquincitos afines al Gobierno, mantenidos con dinero de nuestros impuestos otorgados por este desgobierno. 

La mentira le sirve a los gobernantes argentinos para burlarse de la verdad, de lo único que puede salvar el futuro de los argentinos: 


El Sinceramiento. 

A no olvidarse, señora presidente, que los Derechos Humanos también obligan al Estado a no mentir, a no burlarse de la gente y a no jugar con su paciencia. 

Es una cuestión de respeto, consideración y educación para con el pueblo argentino. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario