viernes, 17 de diciembre de 2010

ENTREGA Y LIBERTAD

A partir de hoy quiero estar junto a aquellos que se encuentran injustamente en cautiverio, producto del desprecio, la revancha y el desamor por el prójimo.

Hoy, al igual que muchos me siento y comparto la cárcel con todos ellos.

En el día de San Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad.

A mis amigos cautivos:

Al igual que cada año en estos días, comenzamos a pensar en los momentos que viviremos junto a nuestros seres queridos durante las fiestas venideras.

Todos conocemos el mensaje de Nuestro y Único Salvador Jesucristo.


A días de festejar una vez más Su nacimiento, lo primero que viene a mis pensamientos, es recordar Su mensaje de amor, humildad, entrega, y lucha por la libertad.

También, son días de reconciliación, perdón y análisis de nuestras acciones, pensamientos y omisiones, para lograr recibir al Niño Dios con el corazón abierto, y dispuesto a dar más de lo que recibimos, tal cual es Su mensaje y lo ha sido por siempre.

Desde hace mucho tiempo, lamentablemente, nuestra sociedad es víctima y cómplice de alguna manera, de un sistema que día a día impone reglas de desmembramiento social, buscando generar odios, resentimientos, y venganzas.


Somos víctimas, porque no se nos permite hablar con la verdad, luchar por el amor, trabajar por la humildad, y permitirnos empaparnos de solidaridad (como sociedad), entre otras cosas.

Y a su vez somos cómplices por asentir que todo sea un atropello, desacreditando con marcada violencia a quien se atreva a negarse a seguir sus patrones.

El silencio que profesamos por momentos, nos hace cómplices de la perversidad que reina en el conjunto, y que éste régimen, avance en su estado de hipocresía, logrando en algunas personas que el mensaje traído hace dos mil años por Nuestro Señor Jesucristo, sea algo superficial y carente de significado.

A partir de hoy quiero estar junto a aquellos que se encuentran injustamente en cautiverio, producto del desprecio, la revancha y el desamor por el prójimo.

Hoy, al igual que muchos me siento y comparto la cárcel con todos ellos.

No puedo gozar de libertad cuando puedo sentir el sufrimiento de amigos y compatriotas que padecen la ceguera de la justicia humana.

Mis rejas son simbólicas, pero a pesar de ello, mi espíritu está allí, en cada penal, en cada celda, atrapado entre rejas,...así quiero que sea; así deseo vivir y sentir la llegada del Niño Dios…

“Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque al salir aprobado recibirá como premio la vida, que es la corona que Dios ha prometido a los que los aman”

Santiago, cap.1-vs.12.

¡Por Dios y por la Patria!


Eduardo Gastón Litre

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